A mi buen amigo Fandestéphane, gracias al cual pude descubrir una gran película de la mano de su amor platónico, la actriz francesa Stéphane Audran ─me atrevería a decir que una pieza clave en su vida...
Escrita y dirigida en 1970 por Claude Chabrol, un cineasta francés al que muchos comparan con Alfred Hitchcock, en "El Carnicero" (Le Boucher, en su título original), su director nos ofrece un interesante thriller que constituye, por encima de todo, un extenso y complejo estudio de comportamientos y caracteres, más cercano por tanto al drama psicológico que al thriller propiamente dicho.
Después de unos sugerentes y originales títulos de crédito iniciales en que vemos una serie de pinturas rupestres con escenas de cacería al son de una inquietante música (algo que nos puede indicar que muy feliz no será el final...), asistimos a una panorámica derecha-izquierda de un pueblo en apariencia tranquilo: la pequeña villa de Trémolat, en Périgord (Francia). Podríamos decir que el tipo de pueblo en el que nunca esperaríamos pudiese ocurrir nada fuera de la norma (me recordó un poco a Twin Peaks en ese sentido).
La historia comienza con la celebración de una boda. Coronando la tarta nupcial dos figuritas, novia y novio, mirando hacia lados opuestos; mal presagio... Entre los asistentes al convite, un carnicero y una joven maestra que aprovecharán la coyuntura para entablar amistad. Sobre el pasado de los protagonistas poco sabemos, tan sólo lo que ellos mismos nos van contando a través de sucesivas citas. El carnicero muestra destreza con el cuchillo...
Popaul (Jean Yanne), el carnicero, parece renegar de sus años en el ejército, manifestando con insistencia gran desprecio hacia esa etapa de su vida. Nunca se llevó bien con el padre y bajo una fachada en apariencia agradable, bromista y distendida deja entrever una personalidad solitaria atormentada por grandes traumas. Su trabajo en la carnicería tampoco le entusiasma demasiado...
Hélène (Stéphane Audran), la joven maestra y directora de la escuela, responde al patrón de una mujer moderna (conducía un "dos caballos" y fumaba en la calle en aquellos años...), liberal e independiente (que no es lo mismo que solitaria, aunque también fuera soltera). El dato más relevante sobre su pasado -y casi el único que se nos revela- es que tiempo atrás sufrió un gran desengaño amoroso fruto del cual muestra, en la actualidad, gran desencanto con las relaciones de pareja y el matrimonio. Su vida se reduce al trato con sus niños (sus alumnos) y poco más... el yoga, tal vez, para liberar tensiones.... «Si no se hace el amor de vez en cuando se vuelve uno loco» ─le dijo Popaul en una ocasión. Quizá ella encuentra en la meditación la forma de canalizar adecuadamente las pasiones reprimidas... «haciéndolo, también se vuelve uno loco, eso no tiene nada que ver» ─replicó ella.
Todo parecía marchar bien, pero la armonía se ve de pronto perturbada cuando en el pueblo comienzan a aparecer, una tras otra, varias mujeres asesinadas a filo de navaja. El asesino parece ser la misma persona a juzgar por el modus operandi. Entre las víctimas, hasta tres se cuentan, la novia de la boda con que arranca la película. La intriga está servida.
Y es justo en el momento en que la amistad entre el carnicero y la maestra parecía consolidarse cuando, un mechero encontrado por ésta en la escena de uno de los crímenes, le hace levantar sospechas sobre su tenaz y cada vez más misterioso pretendiente: Popaul el carnicero... Hasta aquí puedo leer. Si quieren ustedes conocer el resto deben ver la película. Aprovecho la ocasión para recomendarla fervientemente. De lo mejorcito que he visto últimamente desde el sofá de mi casa.
Entre los aspectos a resaltar desde el punto de vista estrictamente cinematográfico destacaría un estilo sobrio y frío que deja al espectador sacar sus propias conclusiones, sin sentimentalismos ni florituras añadidas; una inquietante banda sonora (obra de Pierre Jansen) que, junto a las sempiternas campanadas que resuenan por todo el pueblo, contribuyen a incrementar paulatinamente el desasosiego a medida que avanza el film; unos movimientos de cámara (travellings, zooms, picados...) que nada tienen que envidiar a los del maestro Hitchcock; y el acertado uso de ciertos planos cargados de simbolismo (a destacar, entre otros, la gota de sangre en la rebanada de pan con mantequilla, o el piloto parpadeante del ascensor al final de la película, que no es sino un símil con el latido de un corazón...).
Me encanta también la forma en que el director hilvana ciertas escenas, por ejemplo, a la escena del baile en que Popaul deja ver -de cara al espectador, porque ella estaba de espaldas- su obsesión por Hélène a través de la mirada, le sigue otra escena en la que vemos a la maestra explicar a los niños, de excursión por una gruta, que el hombre de Cromagnon se conducía básicamente por su instinto. La conexión entre ambas secuencias es evidente, y me temo que ya estoy diciendo demasiado aunque, no se preocupen, esta peli va mucho más allá del manido recurso descubran-al-asesino...
Resumiendo, que estamos ante una grandísima película de intriga con tintes de cine negro, cuyo excelso trabajo de dirección actoral consigue atrapar con fuerza a través de la complejidad que encierran sus protagonistas.
Excelente. De ahora en adelante creo que prestaré más atención al cine de Chabrol (y al de Stéphane Audran, por supuesto). Aquí hay talento. Sus imágenes, como las buenas fragancias, son de las que perduran.
Pero cuán importante es la mirada en un actor; puede decir tanto con tan poco...