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viernes, 1 de noviembre de 2013

2001: Una Odisea del Espacio (y 2010: Odisea Dos)

Ahora que todo el mundo habla de "Gravity"...









A película de pocas palabras, entrada de pocas palabras.




Mi recuerdo también para "2010: Odisea dos" (Peter Hyams, 1984), la gran olvidada. Una película muy digna y valiente. En absoluto desmerece como continuación de La Odisea.

jueves, 9 de febrero de 2012

Mis diez del cine de ciencia ficción


Probablemente haya sido esta la lista que más trabajo me ha costado confeccionar hasta la fecha. Y no porque exista un número excesivamente alto de obras maestras en el género, que también (aunque no tanto como en el noir o el western), sino más bien porque las que me gustan de verdad (y son más de diez) lo hacen con locura.

Reconozco que siempre he sentido especial predilección por el tema del Universo y la ciencia ficción. No es que haya sido un devorador atroz de novelas, pero algo he leído, y en cuanto al cine de ciencia ficción también me ha gustado ir siguiéndole los pasos (curioso que es uno, como el de la foto de ahí arriba). Cuando está bien hecho es, sin duda, uno de los géneros más agradecidos. No pocas imágenes nos legó que trascendieron hace bastante tiempo ya el plano estrictamente cinematográfico para convertirse en iconos universales de nuestra cultura. Y si no, miren qué tres planos más maravillosos, símbolo de lo que podrían ser sendas futuribles realidades:





Como suele suceder con todos los géneros, la frontera que lo delimita es bastante difusa, confundiéndose a veces con el terror o la fantasía, o simplemente con el género de aventuras si cambiamos el marco en el que se desarrolla la acción: "Star Wars", sin ir más lejos, no es más que una especie de "Indiana Jones" en el espacio; para el género de aventuras la dejo si algún día llegara esa lista.

Cine negro y western murieron con el periodo clásico. De ciencia ficción es posible encontrar algún buen título relativamente actual, aunque no es muy alta la tasa de adaptaciones cinematográficas que verdaderamente merecen la pena. De los guiones originales mejor olvidarse; parece que Hollywood abrió el nuevo siglo inmerso en plena crisis de ideas. En fin, siempre nos quedará la obra de Asimov, Clarke, K. Dick, Bradbury y compañía para leer en papel... En formato celuloide ─y ordenadas por fecha de estreno─ estas son las que yo elegí.

  • La invasión de los ladrones de cuerpos (Don Siegel, 1956)
  • El planeta de los simios (Franklin J. Schaffner, 1968)
  • 2001. Una odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968)
  • La Amenaza de Andrómeda (Robert Wise, 1971)
  • Cuando el destino nos alcance (R. Fleischer, 1974)
  • Encuentros en la tercera fase (Steven Spielberg, 1977)
  • Alien, el octavo pasajero (Ridley Scott, 1979)
  • Blade Runner (Ridley Scott, 1982)
  • Desafío Total (Paul Verhoeven, 1990)
  • Doce Monos (Terry Gilliam, 1995)















sábado, 7 de noviembre de 2009

District 9 (N. Blomkamp, 2009)

No es la revolución de la ciencia ficción, como había oído por ahí, pero se deja ver con interés; diferente, podríamos decir. Al principio, cuesta un poco adaptarse a su estilo de falso documental y a los movimientos bruscos de cámara, pero a medida que avanza se olvida uno de eso y consigue atrapar con curiosidad creciente.




Básicamente, se nos describe un posible contacto con una civilización extraterrestre, no muy espabilada, dicho sea de paso (por una vez en la vida la nave aterriza fuera de los Estados Unidos...); los problemas de convivencia que comienzan a surgir tras la reclusión de los alienígenas en lo que se conoce como el Distrito 9; y en cómo una persona anodina y pusilánime puede convertirse de la noche a la mañana en el principal foco de atención estatal.

Los actores son desconocidos, aunque alguna cara me resultó extrañamente familiar, posee algunos toques de humor que le dan a la narración cierto aire gracioso muy original, y el final queda abierto a una posible secuela (esto último me da igual porque probablemente no vaya a verla).

Lo que se echa de menos: pues iba a decir que una mayor profundidad y desarrollo tanto de historia como de personajes (el protagonista lo hace bien, se gana la complicidad del espectador a lo largo de su transformación), pero la verdad es que no procede; los personajes son presumiblemente como quisieron retratarse y la historia no deja de ser un mero episodio anecdótico sin mayor pretensión, o al menos, esa es la impresión que me dio. Si se ve con las justas expectativas y sin esperarse uno el culmen de la ciencia ficción, gustará. Es entretenida y siempre son de agradecer propuestas diferentes. Los efectos digitales están muy conseguidos, bien integrados con la imagen real.



miércoles, 15 de julio de 2009

Leaving home ain't easy

Después de un tiempo sin publicar nada acerca del fascinante mundo del Universo y la ciencia ficción, vuelvo a la carga con una entrada un poco más larga de lo acostumbrado (últimamente me costaba mucho escribir). Espero que sirva al menos para suscitar unos fugaces instantes de imaginación o ilusión en todo aquel que consiga llegar hasta el final. Gracias de antemano por el esfuerzo y tiempo empleados. Dicho lo cual, entremos en materia.


Si nos paramos a pensar, es posible que a más de uno le asalte un tremendo sentimiento claustrofóbico al sentirse ligado a la superficie de este pequeño planeta blancoazulado que flota en la inmensidad del Universo. Sobre todo, si se toma conciencia de lo desvalidos que en realidad nos encontramos, aquí, en nuestro particular rinconcito a unos treinta mil años-luz del centro de una galaxia cualquiera (de entre millones que existen). Nos va a costar salir de casa...

Son tan enormemente grandes las distancias que nos separan de las estrellas vecinas (la más cercana de ellas es Próxima Centauri, a unos 4.2 años-luz), que incluso a la velocidad de la luz tardaríamos años en llegar a ellas (*). Lógicamente, aún no estamos preparados para dar El Gran Salto.

Las dos únicas formas "viables" que se me ocurren para emprender, llegado el momento, tamaña aventura serían: la hibernación asistida (también denominada animación suspendida o criogenización controlada) y los asentamientos espaciales autosuficientes.


De la primera opción ya hemos visto numerosos ejemplos en el cine (Alien, El Planeta de los Simios, etc.). Consistiría en suspender temporalmente las funciones vitales del cuerpo sometiéndolo a un proceso parecido a la congelación, para reanimarlo, muchos años después, una vez llegado al punto de destino. Lo que sucede es que, hoy por hoy, congelar un cuerpo equivale a destruir de forma irreversible la vida que sustenta. Hace tiempo leí un artículo acerca de un ratón de laboratorio al que consiguieron "despertar" después de haberlo sometido a un proceso de congelación, pero me temo que el asunto sigue estando todavía en un estadio muy primitivo de desarrollo.


Cámara de Hibernación de la Nave Nostromo (Alien)



Sobre el segundo método ya nos habló largo y tendido el gran Isaac Asimov en muchos de los artículos que solía publicar en diversas revistas científicas de prestigio. La Visita al Tiranosaurio (TIKAL, 1994) es una cuidadada selección de estos. Aprovecho la ocasión para recomendarlo.

Básicamente, consistiría en echarnos la casa a cuestas. Cualquier asentamiento autosuficiente capaz de viajar por el espacio constituiría una nave interestelar, un auténtico mundo en miniatura. Los tripulantes no habrían abandonado su hogar, sino que lo llevarían consigo. Una generación tras otra podría vivir en un mundo como éste y viajar a través del espacio durante miles de años antes de llegar a otros mundos. Para crear una auténtica ciudad en miniatura en el espacio bastaría con equipar de los mecanismos propulsores adecuados a uno de los múltiples asteroides que se encuentran en el cinturón de objetos entre Marte y Júpiter. Tan "solo" habría que acondicionarlo previamente para el sustento sostenido de vida. ¿No les parece fascinante?


Posible diseño de un Colonia Espacial toroidal



De los saltos al hiperespacio y los agujeros de gusano me fío un poco menos. No sería yo precisamente quien se atreviera a entrar en uno de estos tan a la ligera. En fin, otro día les cuento...



Leaving Home Ain't Easy (Queen, 1978)




(*) Resulta inviable llevar un cuerpo con masa a dicha velocidad; requeriría un aporte energético infinito. Por no hablar de lo que sucedería con el tiempo y la longitud del objeto en ese caso... A lo más que podemos aspirar es a alcanzar una pequeña fracción de c.
Recuérdese que un aumento en la velocidad de un cuerpo se traduce en un incremento de su energía cinética, y un aumento de la energía cinética equivale a su vez a un acrecentamiento de la masa conforme a lo estipulado por la célebre Ecuación de Einstein (E=m·c 2), con lo que seguir acelerando el objeto requiriría cada vez una fuerza mayor.