Los días se suceden uno tras otro, prácticamente indistinguibles, y sigo flotando en un mar de inercia. Es entonces cuando recuerdo su cara y aquel baile.
Rutina. Soporífera y narcótica rutina...
...Y sigue la música...
Y el baile...
Los días se suceden uno tras otro, prácticamente indistinguibles, y sigo flotando en un mar de inercia. Es entonces cuando recuerdo su cara y aquel baile.
Rutina. Soporífera y narcótica rutina...
Momento íntimo de Queen con un estadio a rebosar, Brian May ─muy concentrado él─ a la guitarra acústica y un Freddie Mercury que sobrecoge. Impresionante el grado de conexión con el público.
Live at Wembley, 1986. Mítico.
Benny Goodman y su Orquesta en uno de los más famosos standards del jazz de todos los tiempos. Llegó la hora en esta sección de escuchar esa proeza del sonido big band titulada "Sing, Sing, Sing (With a Swing)".
Son decenas y decenas las películas en las que podemos disfrutar de fragmentos de esta pieza: "The Benny Goodman Story", "All That Jazz", "Historias de Nueva York"... Su versión directo más famosa corresponde al The Famous 1938 Carnegie Hall Jazz Concert.
Y para que se hagan una ligera idea del ambiente que allí se vivió, les dejo también un interesante vídeo informativo (en inglés) y el corte original de este tema. En total, quince minutos mal contados. Se pierde más tiempo en ir a comprar el periódico...
Cansados y añorando ya el fin de semana. Supongo que hay pocas ganas de leer blogs esta mañana (de trabajar y/o estudiar ya ni os cuento). Os dejo unas cuantas viñetas y una canción (corta). Que os sea leve.
John Ford fue el amo y señor del género (eso dicen). Anthony Mann los hizo muy buenos. Sturges se defendía. El gran olvidado Wyler filmó y firmó uno que está entre mis favoritos. Al todoterreno Walsh también le salió alguno bastante decente. Mankiewicz nos dejó otro ─atípica pero originalísima combinación entre western y comedia─ que me encanta, me fascina. Hasta Eastwood estampó su impronta (al igual que Leone, aunque eso era ya otra cosa)...
Río Bravo, sin embargo, sólo hay uno y es obra de Howard Hawks, el mayor experto en ríos de toda la historia.
Mi western. Nuestro western. El western.
Y como aquí las palabras sobran, pues lo que interesa en realidad es ver esta obra de arte, no que te la cuenten, dejemos que sea nuestro querido Dino quien ponga la música mientras se van decidiendo ustedes...
Aunque a veces no parezca haber motivo para ello (que a poco que busquemos lo encontraremos), es buena costumbre dibujar una sonrisa en el rostro. De las pocas cosas que no cuesta un solo céntimo...
Buena semana a todos.
Desde el mismo momento en que pensamos en el Universo como en un proceso de expansión que tiene su origen en el tiempo en un instante determinado, situado, según dicen las últimas estimaciones, 13.700 millones de años atrás, eso mismo nos estaría indicando que su tamaño debe ser también finito: increíblemente grande, o todo lo grande que queramos, pero finito.
De entre todas las "definiciones" del Universo que haya podido leer, quizá la que más me gusta, y probablemente también una de las más aceptadas, es aquella que lo describe escuetamente como un espacio autocontenido, ilimitado, finito y curvo.
Para hacernos una ligera idea podríamos pensar en términos de un esferoide como el que forma la superficie de nuestro planeta: está curvada, con un determinado radio de curvatura, y es finita, porque tiene un volumen calculable, pero al mismo tiempo carece de "fronteras" o límites materiales. Es decir, un observador que caminara por su superficie jamás llegaría a encontrarse el borde físico del planeta. Bastaría con extender esta representación tridimensional a un escenario de cuatro dimensiones, ya que ahora nuestro observador será capaz de moverse a través de las tres dimensiones espaciales y a través del tiempo, y habremos dado con una especie de Planeta Imaginario Universal: el Cosmos en sí.