
Americano de pura cepa, nacido en el estado de Indiana en 1896 y fallecido en California en 1977 a la edad de 81 años; famosas son las declaraciones de su hija sobre aquel triste suceso: "Pensábamos que viviría para siempre. Era como si hubiera vencido al sistema". Titulado Ingeniero industrial por la Universidad de Cornell (Nueva York) en 1917. Aficionado a las carreras de coches y piloto experimentado de aviones en tiempos de la Primera Guerra Mundial; ejerció de instructor de vuelo, cosechando notable éxito en aquellos años. Muy amigo de Victor Fleming, a quien conocería en una de las anteriormente citadas competiciones automovilísticas y en la que, por cierto, acabaría destrozándole el coche. Con escasa o nula simpatía hacia Cecil B. De Mille, "maestro" en sus comienzos, y del que posteriormente diría: "Con él aprendí todo lo que no se debe hacer". Apodado como El Zorro Gris de Hollywood por su amigo John Ford en referencia a sus ademanes y tácticas de mujeriego. Estos son sólo unos pequeños trazos en la biografía de Howard Hawks, uno de los más grandes cineastas que han existido, y cuyo talento no empezaría a ser reconocido hasta los años 50, cuando los críticos franceses de Cahiers du Cinéma empezaron a ensalzarlo desde el otro lado del Atlántico.

Pero hablemos un poco de su obra, que es lo verdaderamente importante. Si hay algo que me gusta, por encima de todo, en el cine de Howard Hawks es su sobriedad de estilo y la fidelidad que muestra hacia cierto tipo de valores y personajes.
En cuanto al estilo siempre se caracterizó por la rapidez de sus diálogos y la ausencia de florituras en sus imágenes. Huía de los movimientos rápidos de cámara y tenía en el plano general su mayor aliado a la hora de contar una historia. Le gustaba captar todo cuanto ocurría en la escena mediante encuadres abiertos y cámara fija, con la intención de dar al espectador la potestad de decidir en qué punto centrar la atención. Todo lo contrario que Alfred Hitchcock, quien tenía en el montaje una de sus señas de identidad, y a quien le encantaba "guiar" constantemente al espectador mediante el uso (a veces abusivo, en mi humilde opinión) de todo tipo de planos, insertos y sofisticados movimientos de cámara (otro día os hablo de lo sobrevalorado que se me antoja Hitchcock...). Si hubiese que buscar una palabra para definir el estilo de Howard Hawks ésta sería sin duda la palabra discreto.
Escritores de la talla de Hemingway, Chandler, Faulkner, y algunos de los más prestigiosos guionistas del momento como Ben Hecht (Scarface, Luna Nueva, Me Siento Rejuvenecer), Dudley Nichols (La Fiera de mi Niña, Río de Sangre) y Jules Furthman (Sólo los Ángeles tienen Alas, Tener y no Tener, Río Bravo) aportaron su enorme talento a la hora de crear unos guiones sólidos, inteligentes y muy dinámicos. Para Hawks el guión siempre fue pieza clave en la realización cinematográfica.

Director versátil como pocos, cultivó casi todos los géneros (drama, comedia, aventuras, cine negro, western, musical...), y en todos supo desenvolverse con gran soltura, dejándonos, en más de una ocasión, varias obras maestras en cada uno de ellos.
La amistad entre hombres y la importancia del grupo como unidad sólida e indivisible destinada a reforzar dichas relaciones será una de las constantes que más se repita a lo largo y ancho de su filmografía. Si en el cine de Ford la familia es retratada con especial énfasis, Hawks se encargará de encumbrar y enaltecer la amistad como una de las más nobles causas que existen. Esto se pone de manifiesto, sobre todo, en sus westerns: Río Rojo (hay quien dice que el mejor), Río de Sangre (gran actuación de Kirk Douglas), Río Bravo (mi favorito), El Dorado (revisión de Río Bravo) y Río Lobo (probablemente el más flojo).
Acusado injustamete de machismo en más de una ocasión, conviene aclarar que la mujer también juega un papel muy importante dentro de su cine. Elemento desestabilizador del grupo en principio, será ella quien acabe abriéndole los ojos al protagonista y llevándolo a su terreno (algo muy típico en sus comedias). Estamos pues ante una mujer inteligente, "agresiva" y muy segura de sus posibilidades; una mujer aventurera y con iniciativa, a diferencia de la mujer fordiana, que sólo aparece como madre y esposa dentro del núcleo familiar.

Entre sus actores fetiche Cary Grant y John Wayne son los que más veces trabajaron bajo sus órdenes, seguidos muy de cerca por Gary Cooper y las inolvidables apariciones de Walter Brennan. Bogart, Bacall y Monroe aparecerían en dos películas cada uno.
Y para acabar, pues ya creo me excedí ampliamente en extensión, una selección personal de masterpieces. Estos son los títulos por los que servidor siente especial predilección:

- Scarface.
En palabras de su autor, la mejor película de cuantas hizo. Y en palabras de Coppola, el origen de la saga de los Corleone.
- La Fiera de mi Niña.
Mi screwball comedy preferida. Todo un gustazo ver cómo una pizpireta Katharine Hepburn desquicia al buenazo de Grant.
- Luna Nueva.
Billy Wilder retomaría la idea 34 años después con Primera Plana. No sabría con cúal quedarme.
- Tener y no Tener.
Es famoso el desafío que Hawks lanzara a Hemingway para engatusarlo con el proyecto: hacer de su peor novela una gran película. Lo consiguió.
- El Sueño Eterno.
Probablemente la mejor película negra que se haya hecho, con unos Bogart y Bacall en estado de gracia.
- Río Bravo.
Lo tiene todo, es un compendio de su obra. Y encima Dean Martin "se sale" en su papel de borracho redimido. Fue la respuesta cinematográfica a Sólo ante el Peligro (Fred Zinnemann, 1952). A Hawks no le parecía adecuado que un sheriff tuviera que ir casa por casa mendigando ayuda. A mí tampoco. John Wayne no sólo no la pide en Río Bravo, sino que la rechaza (aunque luego acabe aceptándola). Eso es un sheriff.
Podrían añadirse otras seis o siete películas más con similar nivel de calidad sin necesidad de quebrarse mucho la cabeza, lo cual debe darnos una idea acerca del inmenso talento del cineasta... Mi recomendación: vean cine de Hawks.

En resumen, difícil es que una película de Howard Hawks pueda decepcionaros. Si me pusieran en el terrible compromiso de quedarme únicamente con las filmografías de tan sólo dos directores clásicos, eligiría las de Howard Hawks y Billy Wilder. Creo que con ellos no conocería el aburrimiento. Y si habéis conseguido llegar leyendo hasta aquí sois dignos merecedores de una recompensa, qué digo una, dos recompensas!!.
La primera bajo la forma de recomendación literaria: "Howard Hawks", de Francisco Perales (Ediciones Cátedra, 2005). Todo esto y mucho más podréis encontrarlo allí mucho mejor explicado.
La segunda recompensa es esta impagable canción que se marcan Dean Martin y un jovencísimo Ricky Nelson (18 años) hacia la mitad de Río Bravo. Impresionante. Y eso es todo amigos. Gracias por manteneros al otro lado. No os preocupéis, en el siguiente post retomamos las habituales entradas cortas ;)
Jejeje... Qué cara de felicidad tenían
Chance y
Stumpy en esta escena... Y no se puede ser más
cool a la hora de dar paso a la segunda voz. Grande
Dino.