Resulta que mirando al cielo y echando la vista atrás en el espacio-tiempo, los científicos lograron retroceder hasta una parte infinitesimal del primer segundo en la historia del Universo, el denominado tiempo de Planck: 10-43 segundos (un cero seguido de una coma, 42 ceros y un uno). En aquel instante, el Universo que hoy conocemos no era más que una singularidad, un ente matemático; un punto extradenso de energía, infinitamente más pequeño que la cabeza de un alfiler, a una temperatura de billones y billones de grados centígrados. Un punto que lo era todo sin ser "nada" (realmente de Big tuvo muy poco el Bang); un punto a partir del cual se crearía tanto el espacio como el tiempo. Carece de sentido preguntarse, pues, por el "antes", porque antes de ese punto ni el tiempo mismo existía.
Es en ese primer segundo de vida de un Universo a punto de explotar cuando se separan las cuatro fuerzas fundamentales (nuclear fuerte, nuclear débil, electromagnética y gravitatoria) y aparece la materia en forma de partículas subatómicas: los quarks. Caprichos del azar, quién sabe, pudiendo haber permanecido en un estado puramente energético devino, sin embargo, en un universo tangible (materia y energía están relacionadas por la famosa ecuación de Einstein, E=mc2).
Seguimos en ese primer segundo del Universo temprano ─los cosmólogos hilan muy fino─, cuando comienza un período de expansión tremendamente acelerado: la inflación, teoría recientemente confirmada por la detección de las primeras ondas gravitacionales. La sopa de quarks extremadamente densa batalla violentamente entre materia y antimateria. Al final, vence la materia debido, al parecer, a la alta inestabilidad de la antimateria; se forman los bariones ─protones y neutrones─ por combinación de los quarks; aparece el campo de Higgs y, por consecuencia, las partículas adquieren masa. Ese es, a grandes rasgos, el guión del Principio.
Expansión, enfriamiento y la formación de todo. Nuestro destino fijado en un solo segundo, el segundo primordial. Que por qué hay algo en lugar de nada o qué sentido tiene la aparición (o la existencia) de ese pequeño punto extremadamente denso y energético es algo que desconocemos. Lo ignoramos, pero de allí venimos.
De allí viene todo.