Los que vivimos en ciudad tenemos el gran handicap de poseer un cielo bastante pobre en estrellas. El despilfarro energético, unido a la escasa legislación existente en materia de iluminación, hacen que la contaminación lumínica sea ya un mal endémico de los grandes núcleos urbanos.
A pesar de eso todavía es posible identificar algunas constelaciones en nuestros despoblados cielos nocturnos. Una de las más bellas de la bóveda celeste, que preside majestuosa las largas noches invernales en el hemisferio norte es Orión, con siete estrellas perfectamente identificables a simple vista (dos de ellas de primera magnitud: Betelgeuse y Rígel).
Sus cuatro estrellas principales dibujan un gran rectángulo en el cielo, con la vieja, fría y roja
Betelgeuse (un hombro de Orión) y la blancoazulada
Rígel (un tobillo), en vértices opuestos. Es curioso pero, siempre que alzo la vista a
Betelgeuse, tengo la manía de recordar que lo que vemos en realidad es la luz que emitió este astro hace 450 años, es decir, mediaba el siglo XVI aquí en la Tierra cuando los fotones que hoy nos llegan emergían de su superficie. Increíble, ¿verdad?
(1)
Aproximadamente en el centro, y algo inclinado con respecto al rectángulo anterior (apuntando al sur habría que decir), se encuentra el cinturón de este mítico cazador. Seguramente a más de uno le ha llamado la atención alguna vez esa curiosa formación de tres estrellas que aparecen perfectamente alineadas en el cielo de las frías noches invernales. Se trata de las Tres Marías, también conocidas como el Cinturón de Orión. Sus nombres: Alnitak, Alnilam y Mintaka.
Al sur de las
Tres Marías y ligeramente hacia el este, podemos ver otras tres estrellas también alineadas, aunque mucho más juntas, débiles y casi en la perpendicular a las anteriores. La de en medio, que a vista de
binoculares aparece como una mancha borrosa, es uno de los objetos más fascinantes del firmamento: la
Gran Nebulosa de Orión (
M42 en el catálogo de
Messier). Situada a unos
1500 años-luz del Sistema Solar, es una de las factorías de estrellas más cercanas a nosotros. En la actualidad, ingentes masas de gas y polvo siguen comprimiéndose en sus entrañas para formar, fruto del colapso gravitatorio, nuevas generaciones de estrellas. Sus
coloristas imágenes (2) inundan la Red.
Y para acabar, permítanme sugerirles un pequeño ejercicio: una vez que hayan identificado
Betelgeuse con plena certeza (es muy fácil, no se preocupen), dirijan su mirada hacia la izquierda (lo correcto sería decir al este, pero no quiero liarles) y fíjense en las otras dos estrellas más brillantes que junto con la anteriormente citada forman un triángulo equilátero casi perfecto. ¿Lo tienen ya? Pues bien, les presento al célebre
Triángulo del Invierno en cuyos vértices se sitúan:
Betelgeuse (
Orión),
Proción (
Can Menor) y
Sirio (
Can Mayor), esta última (por cierto, un sistema binario), la estrella más brillante del firmamento a tan sólo
8.6 años-luz de distancia.
Con estos breves apuntes acabo de describirles, a grandes rasgos, la primera constelación que fue capaz de identificar en el cielo un servidor hace ya unos cuantos años. Como han podido comprobar no se trata de una constelación cualquiera; su gran riqueza y variedad de objetos hacen de ella la constelación idónea para iniciarse en el campo de la observación astronómica. Además, como supongo veremos en sucesivas entradas, sirve de referencia básica para localizar otros objetos.
De momento, y como diría aquel famoso personaje de los Looney Tunes: ¡eso es todo amigos! Ya sólo les queda esperar a que llegue la noche, cruzar los dedos para que no esté nublado, y empezar a disfrutar con las vistas. ¡Ah!, y no se olviden de buscar las Tres en Raya. Recuerden que esa es la clave.
Por último, me gustaría despedirme dejándoles en compañía de una música ideal para la contemplación del Universo. Se trata del tema Memories of Green, de Vangelis. Una pieza que originariamente formaba parte del álbum See You Later, y que años más tarde sería incluida en la banda sonora original de la película Blade Runner. Una música que, además de calar bien hondo, consigue relajar cuerpo y mente. Disfrútenla.
Memories of Green (Vangelis, 1980)
Notas:
(1) Betelgeuse dista de nosotros 450 años-luz aproximadamente. Por tanto, la luz que emite esta estrella tarda 450 años en recorrer la distancia que nos separa de ella. Como dato curioso comentar que nuestro Sol, la estrella más cercana a nuestro planeta, se encuentra a tan sólo 8 minutos-luz de la Tierra. Como vemos, alzar la vista al cielo siempre fue la forma más simple y directa de realizar viajes a través del tiempo...
(2) Por supuesto en falso color, puesto que esta vista final se obtiene a partir de un análisis espectral como combinación de las imágenes obtenidas en el infrarrojo, el visible y el ultravioleta, después de haberle asignado un color distinto a cada filtrado.