No exagero si afirmo que es la mejor película que he visto en lo que llevamos de año. Está claro que hay que tirar de
clásicos para encontrar algo verdaderamente bueno y redondo. Pero es que incluso entre lo
clásicos se hace a veces complicado encontrar obras tan disfrutables como esta que nos ocupa. Imagínense si me habrá gustado el "asunto" que hasta tres veces la he visto recientemente. Tres no,
cuatro.
Básicamente, la historia va sobre un hombre bueno (
Paul Douglas) al que se la pegan (
Barbara Stanwyck) con su mejor amigo (
Robert Ryan). Las relaciones que se establecen entre los vértices de este triángulo amoroso son endiabladamente interesantes. Existe también otra pareja más joven (y con mucho menos protagonismo en la historia), la formada por el hermano de
Barbara Stanwyck (que a su vez era compañero de trabajo del "hombre bueno") y
Marilyn Monroe, que también nos dejará algunos muy buenos momentos para el recuerdo.
Un tema (el de los amoríos) que siempre engancha, buenas interpretaciones y mejores diálogos, y la capacidad que tenían los grandes ─¿os suena el nombre de
Fritz Lang?─ para sumergirnos en sus historias.
La obra de teatro en que está basada tenía un final distinto, pero he de reconocer que no me desagradó el cierre de la película, un tipo de final muy habitual en el cine clásico.
No olviden el nombre:
"Encuentro en la noche". Recomendada por
No todo es kippel, su blog amigo. Y de propina, tres fotos de un ángel (si no las subo reviento).
Clash by night. ¡Ay!, cuánto dice esa mano por debajo de la camiseta en este segundo cartel... Seguridad y estabilidad emocional con cierto cariño que bien pudiera ir transformándose en amor (o desvanecerse en el más completo y triste desinterés), frente a enamoramiento ciego, pasión y desenfreno (que también suelen acabarse, dicho sea de paso). ¿Cuál piensan que es el cóctel más fuerte y duradero? La respuesta en sus pantallas. Y en sus vidas, por supuesto.