Tex Beneke y la Glenn Miller Orchestra preguntándonos: "Won't you choo-choo me home?"
Auténtico aroma oldie. Oldie pata negra ;-)
...Y tras el más exquisito clasicismo pasamos a las más salvaje modernidad...
Después del mal sabor de boca que nos dejó Death Proof, Tarantino ha vuelto a la pantalla grande con una película que, si bien no se encuentra entre lo mejor de su todavía corta pero jugosa filmografía, sí logra cumplir con el principal cometido del cine: el entretenimiento, que ya es decir bastante para un trabajo que rebasa los 150 minutos de duración...
Segunda Guerra Mundial. Ocupación alemana en Francia. Shosanna Dreyfus, una joven judía interpretada por la bella actriz francesa Mélanie Laurent, logra escapar con vida tras presenciar la brutal masacre de su familia a manos de un grupo de soldados alemanes comandados por el sagaz coronel Hans Landa (un soberbio Christoph Waltz, lo mejor de la película).
En otro lugar de Europa el teniente americano Aldo Raine (un Brad Pitt con el mentón de Marlon Brando en El Padrino) y sus 'Ignominiosos Cabrones', preparan una misión que, con la ayuda de la actriz alemana Bridget von Hammersmark (una elegante Diane Kruger) -agente secreto que trabaja para los aliados-, intentará eliminar a los principales peces gordos del Tercer Reich, Hitler incluido.
Un arriesgado plan militar ultimado en un sótano en el que habrá algo más que palabras, la oportunidad de Shosanna para poder vengar la despiadada ejecución de su familia (nuevamente la venganza, otra de las constantes en el cine de Tarantino)... La coyuntura querrá que ambos hilos argumentales confluyan en un mismo escenario final. Y qué final...
A grandes trazos esa es la historia que se nos cuenta en Inglourious Basterds. Lo que en ella encontramos: nuevamente, más música de Morricone, lo que comienza a ser otra de sus características señas de identidad; algunos muy buenos diálogos, aunque algo engreído ya por su buena fama de dialoguista, Tarantino se obnubila con frecuencia pecando a menudo de charlatán insustancial; como en las buenas películas, un ritmo ascendente in crescendo que consigue que aguardes con expectación el desenlace de la historia; muchos pies mostrados en planos cortos y escenas en las que -como diciéndonos: fijaos qué dominio cinematográfico tengo, ESTO es lo que tenéis que recordar- se abusa de la cámara lenta (es aquí donde muchos verán sus famosos guiños al spaghetti western...), algunos puntos cómicos y gamberros también "muy de la casa" (caricaturescos, diría yo), si bien esta vez L'Enfant Terrible de Hollywood se muestra mucho más contenido que en anteriores trabajos; y uno de los mejores malos que se hayan podido ver en cine últimamente: el personaje interpretado por Christoph Waltz (el coronel nazi Hans Landa), lo que más me gustó pese a su desaprovechado final.
Por cierto un apunte, a pesar del escenario en que se desarrolla la acción, NO estamos ante una cinta perteneciente al género bélico. Que nadie se lleve a engaño pues, no se ve ni una sola escena de batalla.
En resumen, un trabajo que seguirá gustando -y más que el anterior- al que comulgue con Tarantino, pero que dejará totalmente frío y distante a todo aquel que nunca sintonizó su misma frecuencia. Diversión sin más, con un final alternativo para la WWII distinto al que encontramos en los libros de historia.
[...] Ustedes mismos, yo la disfruté... :-)
Wolfgang Amadeus Mozart. Año 1785 (29 años), pleno apogeo del genio. Concierto para piano número 21 en do mayor K 467, popularmente conocido como "Elvira Madigan".
Aunque el movimiento más famoso de esta obra es sin duda el Andante, no he podido resistir la tentación de traerles el tema inicial que abre el concierto: el Allegro maestoso, mi favorito.
La forma en que entra en escena el piano es de las de quitarse el sombrero y no volvérselo a poner en la vida. Magistral, excelso, sublime; me faltan calificativos para ponderarlo adecuadamente. Es de un virtuosismo y ejecución acojonantes, y perdonen el vulgarismo. Este piano habla, el mismísimo Mozart nos habla a través del piano. Por mucha New Age que hayan podido escuchar, por muchos sonidos de la naturaleza que puedan incluir esas bellas composiciones (agua, brisa, pajarillos, etc.), les aseguro que nada de eso les reportará tanta paz interior como esta obra de Mozart. Pura música celestial, auténtico surtidor de alegría. Qué genio... Irrepetible.
PD1: Para los que anden con prisa y estimen que un cuarto de hora es mucho más de lo que están dispuestos a "perder", aquí les dejo un par de momentos de verdadera catarsis. Apunten estos tiempos: 2:07 y 4:04. Es imperdonable perderse lo que viene tras esos instantes.
PD2: Si alguien comenzara a levitar fruto del embeleso (cosa que no descarto), servidor queda exento de toda responsabilidad ante golpes o caídas repentinas ;)
He de reconocer que tardé bastantes años en ponerme a ver Casablanca como está mandao, es decir, con calma y de un tirón. Infinidad de veces la habían pasado por televisión pero siempre la pillaba empezada, de manera que lo único que conocía de ella eran un par de frases de Bogart, el "Tócala, Sam" y la famosa escena final del aeropuerto, es decir, lo que casi todo el mundo conoce aunque no la haya visto nunca, no en vano hablamos de uno de los mayores iconos del cine de todos los tiempos, y es normal que existan multitud de momentos en la cinta que forman parte ya de nuestra cultura popular.
Y bien, ¿qué es lo que me encontré el día en que tomé la decisión de verla en condiciones? Pues me di de bruces con un Bogart en estado de gracia por cuya boca salían, fruto de un guión sublime, más frases magistrales por minuto de las que puede asimilar el cerebro humano. Su personaje, de fachada cínica pero trasfondo sentimental es el claro paradigma del hombre con principios, del sacrificio máximo en aras de la causa justa, quizá el ejemplo de un hombre que no existe en el mundo real, razón por la cual quedamos prendados cada vez que lo vemos en el cine.
Vi además una historia adulta que nos habla del amor, el desamor, la soledad, la amistad, la sinrazón de la guerra, la injusticia, el espíritu reaccionario y tantos y tantos otros temas inherentes a la condición humana, que me parece uno de los mejores documentos que existen para poner de manifiesto la complejidad del ser humano en cuanto a conductas y patrones de comportamiento se refiere. Probablemente haya más psicología encerrada en esta película que en varios cursos de la carrera universitaria.
Vi a una pareja de actores, Humphrey Bogart e Ingrid Bergman, que lo decían todo con su mirada, sus silencios, su lenguaje corporal. Derrochaban química por todos sus poros, aunque la realidad fuera otra bien distinta... Precisamente ahí radica la grandeza de sus interpretaciones.
Y qué decir del final... Pues que se trata del final perfecto. El único final posible para esta película. Casablanca no habría llegado ser lo que es hoy en día de no haber tenido un final como el que tiene. El manido happy end "y-fueron-felices-y-comieron-perdices" habría chocado sobremanera con el tono anterior de la película. Por no decir que, bien mirado, el final que propone Michael Curtiz quizá sea la solución óptima que reparte el máximo de felicidad entre los personajes...
En resumen, una película sublime por la que no pasa el tiempo y a la que otorgamos ciertas concesiones en lo que a pequeños defectos se refiere, que lógicamente también los tiene, debido a su grandeza y belleza global. De obligado visionado.
Por cierto, Rick nunca dice "Play it again, Sam". En la versión original le escuchamos decir "You played it for her, you can play it for me. Play it!", mientras que Ilsa dice "Play it, Sam. Play 'As Time Goes By'".
...Simple curiosidad... ;)
Americano de pura cepa, nacido en el estado de Indiana en 1896 y fallecido en California en 1977 a la edad de 81 años; famosas son las declaraciones de su hija sobre aquel triste suceso: "Pensábamos que viviría para siempre. Era como si hubiera vencido al sistema". Titulado Ingeniero industrial por la Universidad de Cornell (Nueva York) en 1917. Aficionado a las carreras de coches y piloto experimentado de aviones en tiempos de la Primera Guerra Mundial; ejerció de instructor de vuelo, cosechando notable éxito en aquellos años. Muy amigo de Victor Fleming, a quien conocería en una de las anteriormente citadas competiciones automovilísticas y en la que, por cierto, acabaría destrozándole el coche. Con escasa o nula simpatía hacia Cecil B. De Mille, "maestro" en sus comienzos, y del que posteriormente diría: "Con él aprendí todo lo que no se debe hacer". Apodado como El Zorro Gris de Hollywood por su amigo John Ford en referencia a sus ademanes y tácticas de mujeriego. Estos son sólo unos pequeños trazos en la biografía de Howard Hawks, uno de los más grandes cineastas que han existido, y cuyo talento no empezaría a ser reconocido hasta los años 50, cuando los críticos franceses de Cahiers du Cinéma empezaron a ensalzarlo desde el otro lado del Atlántico.
Pero hablemos un poco de su obra, que es lo verdaderamente importante. Si hay algo que me gusta, por encima de todo, en el cine de Howard Hawks es su sobriedad de estilo y la fidelidad que muestra hacia cierto tipo de valores y personajes.
En cuanto al estilo siempre se caracterizó por la rapidez de sus diálogos y la ausencia de florituras en sus imágenes. Huía de los movimientos rápidos de cámara y tenía en el plano general su mayor aliado a la hora de contar una historia. Le gustaba captar todo cuanto ocurría en la escena mediante encuadres abiertos y cámara fija, con la intención de dar al espectador la potestad de decidir en qué punto centrar la atención. Todo lo contrario que Alfred Hitchcock, quien tenía en el montaje una de sus señas de identidad, y a quien le encantaba "guiar" constantemente al espectador mediante el uso (a veces abusivo, en mi humilde opinión) de todo tipo de planos, insertos y sofisticados movimientos de cámara (otro día os hablo de lo sobrevalorado que se me antoja Hitchcock...). Si hubiese que buscar una palabra para definir el estilo de Howard Hawks ésta sería sin duda la palabra discreto.
Escritores de la talla de Hemingway, Chandler, Faulkner, y algunos de los más prestigiosos guionistas del momento como Ben Hecht (Scarface, Luna Nueva, Me Siento Rejuvenecer), Dudley Nichols (La Fiera de mi Niña, Río de Sangre) y Jules Furthman (Sólo los Ángeles tienen Alas, Tener y no Tener, Río Bravo) aportaron su enorme talento a la hora de crear unos guiones sólidos, inteligentes y muy dinámicos. Para Hawks el guión siempre fue pieza clave en la realización cinematográfica.
Director versátil como pocos, cultivó casi todos los géneros (drama, comedia, aventuras, cine negro, western, musical...), y en todos supo desenvolverse con gran soltura, dejándonos, en más de una ocasión, varias obras maestras en cada uno de ellos.
La amistad entre hombres y la importancia del grupo como unidad sólida e indivisible destinada a reforzar dichas relaciones será una de las constantes que más se repita a lo largo y ancho de su filmografía. Si en el cine de Ford la familia es retratada con especial énfasis, Hawks se encargará de encumbrar y enaltecer la amistad como una de las más nobles causas que existen. Esto se pone de manifiesto, sobre todo, en sus westerns: Río Rojo (hay quien dice que el mejor), Río de Sangre (gran actuación de Kirk Douglas), Río Bravo (mi favorito), El Dorado (revisión de Río Bravo) y Río Lobo (probablemente el más flojo).
Acusado injustamete de machismo en más de una ocasión, conviene aclarar que la mujer también juega un papel muy importante dentro de su cine. Elemento desestabilizador del grupo en principio, será ella quien acabe abriéndole los ojos al protagonista y llevándolo a su terreno (algo muy típico en sus comedias). Estamos pues ante una mujer inteligente, "agresiva" y muy segura de sus posibilidades; una mujer aventurera y con iniciativa, a diferencia de la mujer fordiana, que sólo aparece como madre y esposa dentro del núcleo familiar.
Entre sus actores fetiche Cary Grant y John Wayne son los que más veces trabajaron bajo sus órdenes, seguidos muy de cerca por Gary Cooper y las inolvidables apariciones de Walter Brennan. Bogart, Bacall y Monroe aparecerían en dos películas cada uno.
Y para acabar, pues ya creo me excedí ampliamente en extensión, una selección personal de masterpieces. Estos son los títulos por los que servidor siente especial predilección:
Podrían añadirse otras seis o siete películas más con similar nivel de calidad sin necesidad de quebrarse mucho la cabeza, lo cual debe darnos una idea acerca del inmenso talento del cineasta... Mi recomendación: vean cine de Hawks.
En resumen, difícil es que una película de Howard Hawks pueda decepcionaros. Si me pusieran en el terrible compromiso de quedarme únicamente con las filmografías de tan sólo dos directores clásicos, eligiría las de Howard Hawks y Billy Wilder. Creo que con ellos no conocería el aburrimiento. Y si habéis conseguido llegar leyendo hasta aquí sois dignos merecedores de una recompensa, qué digo una, dos recompensas!!.
La primera bajo la forma de recomendación literaria: "Howard Hawks", de Francisco Perales (Ediciones Cátedra, 2005). Todo esto y mucho más podréis encontrarlo allí mucho mejor explicado.
La segunda recompensa es esta impagable canción que se marcan Dean Martin y un jovencísimo Ricky Nelson (18 años) hacia la mitad de Río Bravo. Impresionante. Y eso es todo amigos. Gracias por manteneros al otro lado. No os preocupéis, en el siguiente post retomamos las habituales entradas cortas ;)
Elegante, ingenioso, divertido y con eso que los ingleses llaman -cabeza ligeramente inclinada hacia un lado y sosteniendo la sílaba como si no tuviera fin- chaaaarrmmmm. Así era Cary Grant, encantador. Su sola presencia inundaba la pantalla.
No había nadie como él con semejante talento para la comedia romántica. Tenía la habilidad, casi innata diría yo, de hacer fácil lo difícil. Nunca vi a ningún otro actor interpretar con la frescura y naturalidad con que lo hacía Grant, sin duda, uno de mis favoritos.
La Fiera de mi Niña, Historias de Filadelfia, Encadenados, Tú y Yo, Luna Nueva, Arsénico por Compasión... Su filmografía rebosa de auténticas obras maestras. Fueron tantos los momentos inolvidables que nos dejó... Hawks, Hitchcock, Cukor, Capra, McCarey... Lástima que nunca llegara a ponerse bajo la dirección del gran Billy Wilder; de seguro habría surgido algo maravilloso.
Grant, hasta en su apellido es grande...
En el siguiente vídeo se recuerdan algunos de sus mejores momentos, con la bonita música de fondo de Las Normas de la Casa de la Sidra (Rachel Portman, 1999). Se recomienda pulsar el botón HQ; el vídeo fue grabado en alta calidad y, de no visualizarlo así, la imagen perderá fluidez, precisamente la esencia de Grant ;).
Y a ver si de una vez por todas vamos consiguiendo que la gente deje de decir Gary Grant... Que es Cary!! Por cierto, su verdadero nombre era Archibald Alexander Leach y nació en Bristol (Reino Unido), aunque nacionalizado estadounidense en 1942.
Nunca conseguiría un Oscar, bueno sí, el honorífico de la Academia en 1970. Otra de las razones por las que no creo en los Oscar.