Vivimos tiempos demasiado convulsos. La gente está siempre nerviosa, a punto de explotar. En el asfalto y sobre cuatro ruedas todos van como locos. En los parques la gente ya no pasea como antes. Ahora corren. Corren y corren hasta la extenuación, con el sufrimiento en sus rostros y el corazón en la boca. ¿El masoquismo como actividad de ocio o la ciudad entera se prepara para
Río de Janeiro 2016?
Y en televisión: recortes, manifestaciones, cargas policiales, desahucios, despidos, la prima de riesgo y el riesgo de algunas primas. No apetece salir de casa ─nadie da ya los buenos días─, pero tampoco quedarse en ella y enloquecer. Estamos cansados, agotados, indignados (la palabra de moda), hartos de ver lo mal que marcha todo (algunos sólo lo ven; otros también lo sufren). Lo peor de todo es que empezamos a acostumbrarnos...
Yo, qué queréis que os diga, necesito evasión para no explotar. Un paseo vespertino (paquete de pipas en mano), un buen disco de jazz o una buena película son casi siempre mis remedios temporales más eficaces. Eso, y la lectura. Ayer le tocó el turno al cine:
"Flor de cactus" (
Gene Saks, 1969).
Su director,
Gene Saks, encadenó tres películas más que interesantes a finales de los sesenta:
"Descalzos por el parque" (1967),
"La extraña pareja" (1968) y ésta que os comento. El guionista seguro que os suena:
I.A.L. Diamond. Y como protagonistas:
Walter Matthau, una jovencísima
Goldie Hawn (galardonada con el
Oscar por este papel) y una ya madurita
Ingrid Bergman, que, salvo por un horrendo vestido que luce en determinada escena, no pierde ni un ápice de la categoría y belleza que siempre irradió.
Del argumento, no os cuento nada. Si sentís curiosidad y aún no la conocíais ya sabéis lo que tenéis que hacer. Tan sólo os digo que se trata una entretenidísima
comedia de enredos que seguro os hace esbozar más de una sonrisa (que no es poco con la que está cayendo). Garantizado. Este es su tráiler en versión original:
La música corre a cargo de
Quincy Jones. No es mal cóctel, ¿verdad? Os gustará.