El Sol es la estrella más cercana a nuestro planeta. Está situada a unos 150 millones de kilómetros de distancia (su luz tarda unos ocho minutos en llegar), y nos proporciona la luz y el calor necesarios para el desarrollo y el sustento de la vida en la Tierra. Ni mucho ni poco, el justo.
No se trata de un cuerpo sólido; es una inmensa bola de gas incandescente (en estado de plasma) que genera su energía por medio de la fusión nuclear que tiene lugar en su núcleo. El proceso de fusión nuclear consume hidrógeno para producir helio, liberando energía a través de unas partículas denominadas fotones, partículas que, dicho sea de paso, tardan miles de años en abandonar la estrella (al ser la estrella un medio tan extraordinariamente denso, los fotones generados sufren múltiples colisiones con los núcleos atómicos que los rodean, siendo absorbidos y reemitidos infinidad de veces antes de alcanzar la superficie del astro rey).
Sus principales capas externas son las siguientes:
La actividad del Sol sigue ciclos de 11 años entre sus máximos y mínimos solares. El mínimo solar se corresponde con el menor número de manchas solares en su superficie, periodo durante el cual se reduce el calor que recibe nuestro planeta. Sin entrar en muchos detalles podemos decir que las manchas solares aparecen en el punto de emergencia de las líneas del campo magnético. La ruptura de estas líneas de fuerza magnética (debido a las diferentes velocidades de rotación que presenta la estrella según su latitud, lo que se conoce como rotación diferencial), libera grandes cantidades de energía en forma de eyecciones de masa coronal: son las temidas tormentas solares. Una gran tormenta geomagnética como la de 1859 sería fatal hoy en día; podría inutilizar toda nuestra red de satélites y perjudicaría seriamente tanto las comunicaciones como el suministro energético en el planeta durante meses.
Podríamos seguir hablando largo y tendido acerca de su origen, su evolución, su muerte y algún que otro tema aún sin mencionar, pero, por hoy, creo que ya es suficiente. Dejemos para otro día esos asuntos y escuchemos algo de buena música: "Always the Sun" (The Stranglers). No se me ocurre mejor forma de cerrar el post.
Y recuerden que cinco minutos de Sol diarios (dicho por dermatólogos) son suficientes para sintetizar toda la vitamina D que nuestro cuerpo necesita. Un exceso de luz solar sobre nuestra piel contribuye a su envejecimiento prematuro y puede ser el desencadenante de serias lesiones cutáneas. No olviden, pues, el SPF cuando salgan a la calle... ¡Durante todo el año! El Sol da la vida y cura, pero también puede matar con su radiación ultravioleta.
¡Feliz verano!
No se trata de un cuerpo sólido; es una inmensa bola de gas incandescente (en estado de plasma) que genera su energía por medio de la fusión nuclear que tiene lugar en su núcleo. El proceso de fusión nuclear consume hidrógeno para producir helio, liberando energía a través de unas partículas denominadas fotones, partículas que, dicho sea de paso, tardan miles de años en abandonar la estrella (al ser la estrella un medio tan extraordinariamente denso, los fotones generados sufren múltiples colisiones con los núcleos atómicos que los rodean, siendo absorbidos y reemitidos infinidad de veces antes de alcanzar la superficie del astro rey).
Sus principales capas externas son las siguientes:
- La fotosfera. Constituye la superficie del astro. Su grosor oscila entre los 100 y los 200 km y tiene una temperatura en torno a los 6.000 ºC.
- La cromosfera. Se sitúa por encima de la fotosfera. Es la capa que la recubre a modo de atmósfera, pudiendo llegar hasta los 10.000 km de espesor.
- La corona solar. A pesar de ser ésta la capa más externa alcanza una temperatura increíblemente alta (por encima del millón de grados centígrados), mucho más caliente, por ejemplo, que la superficie del astro, dato que no deja de ser curioso (la intuición nos dice que a medida que ascendemos alejándonos del núcleo las capas deberían ser más frías). Es la corona solar la capa que irradia el denominado viento solar, una corriente de partículas cargadas que bombardea continuamente nuestra atmósfera dando lugar, por interacción con la magnetosfera terrestre, a las famosas auroras polares.
- La heliosfera. Es la capa que envuelve todo nuestro Sistema Solar hasta más allá de la órbita de Plutón. Demarca la región que se encuentra bajo el influjo del viento solar. La heliosfera es al Sistema Solar lo que la capa de ozono a nuestro planeta; nos protege de los rayos cósmicos que vienen de fuera.
La actividad del Sol sigue ciclos de 11 años entre sus máximos y mínimos solares. El mínimo solar se corresponde con el menor número de manchas solares en su superficie, periodo durante el cual se reduce el calor que recibe nuestro planeta. Sin entrar en muchos detalles podemos decir que las manchas solares aparecen en el punto de emergencia de las líneas del campo magnético. La ruptura de estas líneas de fuerza magnética (debido a las diferentes velocidades de rotación que presenta la estrella según su latitud, lo que se conoce como rotación diferencial), libera grandes cantidades de energía en forma de eyecciones de masa coronal: son las temidas tormentas solares. Una gran tormenta geomagnética como la de 1859 sería fatal hoy en día; podría inutilizar toda nuestra red de satélites y perjudicaría seriamente tanto las comunicaciones como el suministro energético en el planeta durante meses.
Podríamos seguir hablando largo y tendido acerca de su origen, su evolución, su muerte y algún que otro tema aún sin mencionar, pero, por hoy, creo que ya es suficiente. Dejemos para otro día esos asuntos y escuchemos algo de buena música: "Always the Sun" (The Stranglers). No se me ocurre mejor forma de cerrar el post.
Y recuerden que cinco minutos de Sol diarios (dicho por dermatólogos) son suficientes para sintetizar toda la vitamina D que nuestro cuerpo necesita. Un exceso de luz solar sobre nuestra piel contribuye a su envejecimiento prematuro y puede ser el desencadenante de serias lesiones cutáneas. No olviden, pues, el SPF cuando salgan a la calle... ¡Durante todo el año! El Sol da la vida y cura, pero también puede matar con su radiación ultravioleta.
¡Feliz verano!