Cuando las palabras no quieren salir, siempre hay una música que suena de fondo.
Qué tendra Chet Baker que tanto me gusta... Música de días nublados y noches frías y solitarias. Música cargada de vivencias. Vidas cargadas de música, esa fiel amiga que nunca falla, ese viejo camarada que tanto nos concede sin jamás pedir.
Sigo escuchando esa lastimera trompeta mientras espero a que salga el Sol. Pero, nuevamente, cuando parece que vislumbro un rayo, resulta que es el último de la tarde, el estertor de otro día que se fue sin haber llegado. No obstante, me consuela el hecho de saber que, tras un cielo cubierto, siempre brilla el Sol. El Sol, o la Luna.
Luz, quiero luz.
Qué tendra Chet Baker que tanto me gusta... Música de días nublados y noches frías y solitarias. Música cargada de vivencias. Vidas cargadas de música, esa fiel amiga que nunca falla, ese viejo camarada que tanto nos concede sin jamás pedir.
Sigo escuchando esa lastimera trompeta mientras espero a que salga el Sol. Pero, nuevamente, cuando parece que vislumbro un rayo, resulta que es el último de la tarde, el estertor de otro día que se fue sin haber llegado. No obstante, me consuela el hecho de saber que, tras un cielo cubierto, siempre brilla el Sol. El Sol, o la Luna.
Luz, quiero luz.