Se sirven de nuestro dinero para obtener beneficios y encima nos cobran por un supuesto mantenimiento. Ya lo decían los Dire Straits: Money for nothing. Aunque en este caso el sentido del flujo es de dinero saliente, dinero que se nos va. Recuerden lo que dice la Ley de conservación del dinero: el dinero ni se crea ni se destruye, solo cambia de bolsillo.
6 comentarios:
Sí, lo malo es que siempre va a parar a cuatro bolsillos que ya sabemos.
Los bancos nos tienen bien atrapados, son usureros legales con la sartén por el mango.
Yo tampoco soporto las comisiones!
Un abrazo.
los bancos son la mayor paradoja de nuestro planeta, te tratan siguiendo políticas ultraliberales y exigen ser tratados lo más socialdemocráticamente posible.
Los odio por esta desfachatez.
► Y lo peor, Montse, es que sin banco no haces nada hoy en día...
► No hay más que echar un vistazo a las cifras, Mister: pide un crédito y compara la tasa de interés que te fijan con lo que te renta el dinero en un banco. Un descaro. Pero ahí está el negocio.
UN FUERTE ABRAZO Y BUEN FIN DE SEMANA.
Me ha hecho reír de lo lindo el chiste, amigo. Cajero automático, un par de calvos y regalando cacerolas. Cuando era niño iba con mi madre al banco. Era muy sencillo: tenía una libreta de ahorros y nada más. Además el banco te regalaba para Navidad un LP con los villancicos de Manolo Escobar que luego poníamos en casa y a cantar con pandereta, zambomba y botella de anís del mono vacío que se frotaba con un tenedor. Hacía frío pero nos poníamos unas bufandas y unos guantes de lana y a correr. Qué lejos estábamos del cambio climático. A lo que iba; que el banco solo estaba para eso y nadie te tocaba los cuatro duros que podías tener en la libreta. Ahora todo el mundo le mete mano menos el propietario del dinero que lo ha currado. Todo se hace a través del banco, pero todo todo además de pagar siempre con tarjeta. El dinero no se ve. El dinero está en Suiza. Ay, recuerdo aquellos westerns donde se asaltaban bancos. Qué inocentes que eran, coño esos mismos calvos. Entrabas con un pañuelo cubriéndote la cara; dabas unos cuántos gritos y te llevabas un buen manojo de billetes. Si te pones a reflexionar sobre todo esto hasta llegar a los tiempos que nos ha tocado malvivir te das cuenta de lo engañados que estamos, amigo mío. De las trampas que nos han impuesto con una sonrisa llena de dientes.
Un fuerte abrazo, amigo Kine.
Hoy en día todo se reduce cifras sobre una pantalla. El dinero ya no se toca; se va sin pasar por nuestras manos. No sé en qué momento hemos perdido el control (si es que alguna vez lo tuvimos), pero la verdad es que nos tienen a su merced. A mí no me salen las cuentas, pero supongo que a ellos sí. Por cierto, hasta la Navidad cambió: ya no hay botellas de anís vacías, ni zambombas, ni villancicos. Todo es más frío salvo el tiempo, cada vez más cálido.
Un abrazo, Melmoth, y muchas gracias por el comentario.
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