No sé cómo transcurrieron tantos años sin que esta película y yo cruzáramos nuestros caminos, pero la verdad es que tuve que entrar en la blogosfera, crearme un blog y empezar a curiosear lo que la gente escribía, para que el azar, a través de cierta persona con muy buen gusto para esto del cine y la música (ella sabe quién), quisiera ponerme en la pista de este trabajo gracias a su enorme y contagioso entusiasmo. A ti, que me la diste a conocer hace unos cuantos meses, van dedicadas las siguientes líneas.
Corría el año 1940, pocos meses después de la invasión de Polonia por parte de la Alemania nazi, cuando vio la luz este film, probablemente, la primera obra que incluyó la Segunda Guerra Mundial en su trama (eso dicen, no llegué a comprobarlo).
Resulta que a su director, Mervyn LeRoy, quien ya tenía en su filmografía títulos tan brillantes como "Hampa dorada" (1931) o "Soy un fugitivo" (1932), le dio por revisar un viejo título del 31: "El Puente de Waterloo", una película dirigida por James Whale y basada en una obra de teatro de Robert E. Sherwood. Ni he visto esa película ni conozco al dramaturgo, pero bueno, son datos que nunca está de más tener. Tampoco sé de quién fue la decisión final, pero la cuestión es que los papeles estelares acabaron recayendo sobre la oscarizada Vivien Leigh («fascinante, deslumbrante, inagotable y llena de vitalidad» según el N.Y. World Telegram) y Robert Taylor (un nuevo galán al estilo de Clark Gable, bigotito incluido). Y digo yo que muy mal ojo no tendría la persona que los eligió cuando tanto él como ella consideran éste el trabajo de sus vidas según declaraciones personales. Miren y admiren este portento de mujer. ¿No les parece como si el tiempo se detuviera y un agradable cosquilleo recorriera sus cuerpos de arriba abajo?
Corría el año 1940, pocos meses después de la invasión de Polonia por parte de la Alemania nazi, cuando vio la luz este film, probablemente, la primera obra que incluyó la Segunda Guerra Mundial en su trama (eso dicen, no llegué a comprobarlo).
Resulta que a su director, Mervyn LeRoy, quien ya tenía en su filmografía títulos tan brillantes como "Hampa dorada" (1931) o "Soy un fugitivo" (1932), le dio por revisar un viejo título del 31: "El Puente de Waterloo", una película dirigida por James Whale y basada en una obra de teatro de Robert E. Sherwood. Ni he visto esa película ni conozco al dramaturgo, pero bueno, son datos que nunca está de más tener. Tampoco sé de quién fue la decisión final, pero la cuestión es que los papeles estelares acabaron recayendo sobre la oscarizada Vivien Leigh («fascinante, deslumbrante, inagotable y llena de vitalidad» según el N.Y. World Telegram) y Robert Taylor (un nuevo galán al estilo de Clark Gable, bigotito incluido). Y digo yo que muy mal ojo no tendría la persona que los eligió cuando tanto él como ella consideran éste el trabajo de sus vidas según declaraciones personales. Miren y admiren este portento de mujer. ¿No les parece como si el tiempo se detuviera y un agradable cosquilleo recorriera sus cuerpos de arriba abajo?
Pero veamos de qué va esto. Todo empieza (y acaba) en el puente que da título a la película. Recién estallada la Segunda Guerra Mundial vemos a un veterano oficial, Roy Cronin (Robert Taylor), subir a un coche y dar la orden a su conductor de dirigirse hacia la Estación de Waterloo por la ruta que atraviesa el puente. Al llegar al puente se detienen, el oficial baja del auto y es entonces cuando un flashback que tiene lugar mientras Roy permanece pensativo nos hace retroceder hasta la Primera Gran Guerra, justo hasta el momento en el que ese entonces joven oficial se encuentra casualmente con una bella bailarina llamada Myra Lester (Vivien Leigh) durante un ataque de la fuerza aérea alemana. Estaban en el puente y buscarán refugio en una estación de metro. El azar los unió y el azar se encargará de separarlos. El amor en tiempos de guerra... ¿Quién dijo que fuera fácil?
¿Se puede resumir una vida en cuarenta y ocho horas? ─le dice Myra a un ilusionado y pletórico Roy en cierto momento de la película. Ellos lo intentan, pero serán tan sólo cuarenta y cinco minutos de metraje real (sobre un total de hora y tres cuartos) el tiempo que les dura la felicidad plena. Después: una estación, un tren que se marcha y una pareja de novios que ni siquiera pudo despedirse. Añádanle la incertidumbre de no volverse a ver debido a la guerra y podrán hacerse una idea de la dureza de la situación. Las estaciones, por norma general, son lugares fríos e impersonales. No me gustan, pese a que también puedan representar reencuentros, no solo despedidas. Esa escena es memorable, como memorable es también la escena en la que la pareja protagonista baila el "Vals del Adiós", todo un portento de la planificación e iluminación cinematográficas. Según cuentan, se supone que ese pasaje debía incluir varias líneas de guión, pero como se les hacía tarde y no lograban dar con las palabras adecuadas, Mervyn LeRoy, todo un veterano del cine mudo, optó por filmarla sin diálogos; que las imágenes hablaran por sí solas. ¡Y vaya que si lo hacen!... Imposible superar esto:
Nunca fui partidario de desgranar el argumento de las películas de cabo a rabo (bastante he contado ya), de manera que prefiero dejarlo aquí. Si os la contara pormenorizadamente (cosa que tampoco se me da muy bien, la verdad sea dicha) perdería gran parte de su encanto. Y pocas cosas hay en esta vida comparables a la emoción del momento en que uno se sienta por primera vez delante de una obra de arte como la que hoy nos ocupa, dejándose llevar simplemente. No quisiera ser aguafiestas: si queréis saber cómo acaba la historia tendréis que sentaros frente a la pantalla. Tan sólo os dejo una de las frases que Roy dirige a su amada Myra en otro punto de la trama (se me quedó grabada a fuego, no sé qué tendrá). Creo que podréis haceros una idea del tono general y los derroteros que seguirá la historia (y me temo que ya estoy diciendo demasiado)...
Tampoco ya del cine actual esperamos nada parecido a esto. Difícil es dar en el cine de nuestros días (imposible en el mundo real) con unos personajes con la bondad y ternura que rezuman Myra y Roy, tan ingenuos e ilusionados como un par de pipiolos empezando a descubrir el amor. Conceptos como el honor (la opinión que los demás tienen acerca de nosotros, según Schopenhauer) o el buen nombre o reputación de las personas, así como un abnegado espíritu de sacrificio (desmedido en la película a mi parecer; para todo existe un límite) también murieron con aquella época. Sus virtudes son muchas, defectos no le veo; os servirá incluso hasta para aprender ciertos pasos de ballet. Términos como "pas de bourrée", "entrechat" y "arabesco" son mencionados por uno de los personajes más antipáticos que haya visto en una pantalla en mucho tiempo (en el mundo real, por desgracia, los hay a porrillos): Madame Olga Kirowa, la directora de la compañía de bailarinas, una vieja déspota metomentodo que seguramente ya nació vieja y amargada; casi casi, la encarnación misma del Führer (fantástica Maria Ouspenskaya). Otra actriz que también lo borda es la rubita Virginia Field (Kitty en la película), la inseparable amiga de Myra.
Recomendable al cien por cien. Ahora mismo le endoso la etiqueta que reservo yo en estos casos para las obras maestras con mayúsculas. ¡Pero qué grande es el cine clásico!
¿Se puede resumir una vida en cuarenta y ocho horas? ─le dice Myra a un ilusionado y pletórico Roy en cierto momento de la película. Ellos lo intentan, pero serán tan sólo cuarenta y cinco minutos de metraje real (sobre un total de hora y tres cuartos) el tiempo que les dura la felicidad plena. Después: una estación, un tren que se marcha y una pareja de novios que ni siquiera pudo despedirse. Añádanle la incertidumbre de no volverse a ver debido a la guerra y podrán hacerse una idea de la dureza de la situación. Las estaciones, por norma general, son lugares fríos e impersonales. No me gustan, pese a que también puedan representar reencuentros, no solo despedidas. Esa escena es memorable, como memorable es también la escena en la que la pareja protagonista baila el "Vals del Adiós", todo un portento de la planificación e iluminación cinematográficas. Según cuentan, se supone que ese pasaje debía incluir varias líneas de guión, pero como se les hacía tarde y no lograban dar con las palabras adecuadas, Mervyn LeRoy, todo un veterano del cine mudo, optó por filmarla sin diálogos; que las imágenes hablaran por sí solas. ¡Y vaya que si lo hacen!... Imposible superar esto:
Nunca fui partidario de desgranar el argumento de las películas de cabo a rabo (bastante he contado ya), de manera que prefiero dejarlo aquí. Si os la contara pormenorizadamente (cosa que tampoco se me da muy bien, la verdad sea dicha) perdería gran parte de su encanto. Y pocas cosas hay en esta vida comparables a la emoción del momento en que uno se sienta por primera vez delante de una obra de arte como la que hoy nos ocupa, dejándose llevar simplemente. No quisiera ser aguafiestas: si queréis saber cómo acaba la historia tendréis que sentaros frente a la pantalla. Tan sólo os dejo una de las frases que Roy dirige a su amada Myra en otro punto de la trama (se me quedó grabada a fuego, no sé qué tendrá). Creo que podréis haceros una idea del tono general y los derroteros que seguirá la historia (y me temo que ya estoy diciendo demasiado)...
- «Me resultó curioso que fueses tan joven, tan dulce y ...tan triste. En fin, no parece que esperes demasiado de la vida»
Tampoco ya del cine actual esperamos nada parecido a esto. Difícil es dar en el cine de nuestros días (imposible en el mundo real) con unos personajes con la bondad y ternura que rezuman Myra y Roy, tan ingenuos e ilusionados como un par de pipiolos empezando a descubrir el amor. Conceptos como el honor (la opinión que los demás tienen acerca de nosotros, según Schopenhauer) o el buen nombre o reputación de las personas, así como un abnegado espíritu de sacrificio (desmedido en la película a mi parecer; para todo existe un límite) también murieron con aquella época. Sus virtudes son muchas, defectos no le veo; os servirá incluso hasta para aprender ciertos pasos de ballet. Términos como "pas de bourrée", "entrechat" y "arabesco" son mencionados por uno de los personajes más antipáticos que haya visto en una pantalla en mucho tiempo (en el mundo real, por desgracia, los hay a porrillos): Madame Olga Kirowa, la directora de la compañía de bailarinas, una vieja déspota metomentodo que seguramente ya nació vieja y amargada; casi casi, la encarnación misma del Führer (fantástica Maria Ouspenskaya). Otra actriz que también lo borda es la rubita Virginia Field (Kitty en la película), la inseparable amiga de Myra.
- - Espero que no juegue con ella. Myra es como una niña. Se ha dado cuenta, ¿verdad? - Sí, desde luego, Kitty.
(Kitty a Roy)
Recomendable al cien por cien. Ahora mismo le endoso la etiqueta que reservo yo en estos casos para las obras maestras con mayúsculas. ¡Pero qué grande es el cine clásico!
14 comentarios:
Hola, Kine. Desconocía que hubiera una versión anterior de El Puente de Waterloo. Pero bueno, la que nos ocupa es esta con Vivian Leight y el guapísimo Robert Taylor. No recuerdo qué edad tendría yo cuando la vi por primera vez pero desde ese primer instante me enamoró. Me encanta su maravilloso blanco y negro. La historia, tierna, emocionante, tensa, dura... Ese aire misterioso, amargo que le da la niebla casi como si fuera un personaje más de la película. Las interpretaciones de los actores principales, yo también creo que son sus mejores papeles, y de los secundarios. Recuerdo una escena entre la madre de Roy y Myra en un restaurante..qué grande está ahí Vivian Leight. La estación..A mí me gustan mucho las estaciones. Esos diálogos que uno quisiera retener para siempre, me encantan esas palabras que le dice Roy a Myra. Y bueno, ya sabes cuánto me gusta ese Vals del adiós. Las sombras de los músicos mientras ellos bailan, esas velas apagándose. Y la música..qué bonita.
Pero lo que más me gusta de todo es que a ti te haya gustado tanto como dices.
Ha sido un placer, Kine. Muchas gracias.
Un beso.
¡Es que ya no hacen peliculas como éstas ! Hay que decirlo definitivamente.
Empezando por ese tono gris del film que nos mete en la historia, en su tristeza pero en su romanticismo tambien..¡Ah ! qué maravillosa historia de amor de esos amores que se pierden en una estación o en un puente.
Vivian está más guapa si cabe con esa mirada suya entre asul y verde.
¡ Qué llorera me pegué !..
Y no digo más que luego todo se sabe..¡Ahora entiendo...! ;-D
Un beso Sr. romántico :-P
Bueno Kine, te felicito por haber "descubierto" esta joya de los 40 que es, en mi opinión, una de las películas más tristes que he visto en toda mi vida. Como soy un poco moñas el subgénero del amor en los tiempos de guerras es uno de mis favoritos. Todas esas emociones a flor de piel en circunstancias tan extremas resultan arrebatadoras para mí. La peli es un clásico indiscutible, estoy completamente de acuerdo. Tampoco quiero contar nada más de lo que ya has dicho y me uno a tu recomendación para que la disfrute todo aquel que todavía no la haya visto. Junto con "Tiempo de amar, tiempo de morir" una de mis favoritas en esto del melodrama bélico-sentimental. Por cierto, puede que contenga las mejores interpretaciones de Leigh y Robert Taylor. Una película muy intensa, súper clasicazo con forma aparentemente sencilla que ha resistido perfectamente los 70 años que la contemplan. Una de las pirámides del Hollywood clásico. Nostalgia a tope.
* MYRA: Hola, amiga. Lo primero es decirte que el placer fue mío al escribir sobre esta película. Y bueno, es lo que tú comentas, son muchos los detalles que hacen grande a este trabajo: la niebla, las sombras, su banda sonora... las miradas y los silencios, añadiría yo (recuérdese esa maravillosa escena que mencionas entre la madre de Roy y Myra: fantástico el desasosiego que transmite la protagonista únicamente con su lenguaje corporal, en esos instantes, una olla a presión a punto de estallar)... En fin, una de las muchas genialidades que nos dejó aquella Época Dorada del Cine.
Mi beso dedicado ;-)
* ABRIL: Jejeje... Sin duda esta película es para llorar ...de emoción, de pena, de felicidad. Hoy en día, si lloramos, seguramente es por el dinero que nos hemos gastado en la entrada, pero ya no se hacen trabajos que emocionen tanto como éstos. Ese romanticismo del que hablas desapareció. El estilo es ya otro muy diferente...
Un beso de romántico a romántica :P
* Mr. LOMBREEZE: Sí, es muy triste pero mejor dejarlo ahí (aunque esos 70 años que la contemplan bien que nos darían derecho a spoiler, jeje...). Gracias por rescatarnos del olvido ese otro gran título. Y entre los dramas románticos en tiempos de guerra uno que destaca por encima de todos: ¡¡CASABLANCA!!. Esto no es ser moñas, amigo: el buen gusto nos define ;-)
Muchas gracias por el comentario. Un abrazo.
Y esto viene en referencia al comentario de Marcos Callau, quien debió de despistarse un poco con esta entrada mía tan larga y se pasó bajando, jeje...
Esta es muy distinta a "Hampa dorada", Marcos, pero estoy seguro de que te encantará. Además, te digo que nos gustaría mucho leer lo que ve en ella un poeta. Así que ya sabes: ponte a ello y nos regalas una entrada en ese Sueño Eterno cuando puedas ;-)
Un abrazo.
Me han entrado muchas ganas de verla, Kine!
Un abrazo
He leído con ucho interés la entrada y no me he perdido nada. No sé si la he visto, me resulta familiar el argumento, pero me has creado la necesidad de verla.
Un abrazo.
No conocía la película pero la has descrito muy bien, me encanta las hiStorias de amor y Leigh es una actriz espectacular, a ver si la consigo, desde ahora queda bien anotada. La última frase me recordó la cinta de Trier "rompiendo las olas", en donde también una amiga se refiere de otra de esa manera, le dice lo mismo al recién casado, pero en ésta es totalmente literal. Un abrazo.
Mario.
Desconocía esta película y me ha resultado encantadora, no solo por la trama o las citas que dejas de su guión sino por ese emotivo "Vals del Adiós" donde, como muy bien dices, las palabras sobran: el juego con la luz, con la cámara y ese brillo en los ojos de la bellísima Vivian Leight, lo dicen todo.
La veré en cuanto pueda que será pronto.
Un beso, Kine.
* Pues espero te guste, Elvira. Ya nos contarás.
* Lo mismo te digo, Valverde. Espero que te guste. Y gracias por leerla con tanto interés ;-)
* Hola, Mario. Si te gustan las historias de amor seguro que te gusta esta película. Yo no he visto "Rompiendo las olas", así que ya tenemos tarea, cada uno a lo nuestro ;-)
* Hola Marisa. Me alegra haberte descubierto este título. Ya nos contarás algún día cuando la veas. Obligado verla para ti que adoras "Lo que el viento se llevó" (y no es que tengan mucho en común, aparte de una guerra como telón de fondo; lo digo porque fue el siguiente trabajo de su protagonista después del Oscar).
Besos y abrazos para todos. Y gracias por vuestro tiempo. Feliz semana.
Y que haya gente reacia a ver este tipo de cine, impresionante película, aunque no la tengo muy presente (hace mucho que la vi) sí que recuerdo que me impactó, me encantó. Deliciosa Vivian Leigh.
Esto sí que es cine, y que haya más gente en este país que haya visto Torrente que El puente de Waterloo, por ejemplo.
Suerte tenemos los de cierta edad que antes en la tele podíamos disfrutar de este cine y aprendimos a amarlo.
En fin, esperando que nos refresques más clásicos, será un placer leerte.
Saludos
El blog teje una telaraña de canales, tuberías, caminos donde adentrarse a descubrir, por afinidad, todo aquello que te has perdido y que no sabias que te lo habías perdido. Y no se acaba nunca.
Saludos.
* Hola Sese. Encantado de verte por aquí. La verdad es que esta peli es de las que impactan. ¡Y en glorioso blanco y negro! Por desgracia, todavía hay muchos que no se atreven con esto. No saben lo que se pierden... ;-)
* Hola Licantropunk. Vaya párrafo más bonito que me has dejado... Me gusta esa forma de ver el blog. Por cierto, aún no pude leerme tus artículos de LCDP. Una de las dos películas no la he visto; no sé si dejar la lectura de "Kids" para cuando consiga la cinta... Ya te contaré.
Un abrazo a ambos y muchas gracias por pasaros.
Bellíssima història de amor,con una pareja de actores irrepetibles,consigue conmobernos,i demostrarnos que el amor puedeconseguir el mas alto sacrificio
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