jueves, 24 de diciembre de 2009

Jingle Bells


Este año me encuentro un poco apático en estas fechas; no tengo muchas ganas de Navidad, o más bien, de lo que se nos vende como Navidad: comprar, comer, beber; seguir comprando, seguir comiendo, seguir bebiendo... gente, mucha gente por todos lados, y compras, compras y más compras, además de alguna que otra visita de compromiso... La verdad es que conforme pasan los años la Navidad pierde interés para mí. Debe ser que me hago mayor, o que cada vez tengo menos dinero, que to' pue' ser...

No obstante, hice un gran esfuerzo y aquí me tienen, recordando la Navidad, la dulce y blanca Navidad (allá donde nieve)... Pero si hasta os puse lucecitas y todo. No os podéis quejar, ¿eh?...



Probablemente, lo mejor de esta época del año es que uno vuelve a reencontrarse con viejos temas musicales tan bonitos como este "Jingle Bells" que hoy os traigo. Recupero, para la víspera de Navidad -no podía ser de otra forma-, la elegante versión que nos dejó nuestro querido Dean Martin hace ya unos cuantos años. Pueden encontrarla en el álbum "Christmas with Dino", uno de los mejores recopilatorios navideños que haya tenido la oportunidad de escuchar, y el obsequio perfecto para los rezagados de última hora que acostumbren regalar algún detallito por Papá Noel (otra festividad importada). Un trabajo soberbio, quedarán ustedes bien regalándolo. C'est qualité!





Y sin nada más que añadir por el momento, me despido de ustedes hasta la próxima. Reciban todos mis más sinceros deseos de felicidad en estos días de absurdos excesos y, ¡buen provecho!, tanto en la tradicional cena de Nochebuena como en todas las que le siguen. Pásenlo bien, sean razonablemente buenos (ni mucho, que abusan; ni poco, que se molestan) y aprovechen para reflexionar -costumbre ésta muy saludable- y hacer balance del año que nos deja. Nos vemos en unos días, o tal vez semanas, quién sabe...






Imagen: Frank Sinatra, Dean Martin y Deana Martin en un descanso durante la grabación de un especial de Navidad en el año 1967.

martes, 22 de diciembre de 2009

No soporto #12

La pronunciación de los nombres comerciales de ciertos perfumes en los anuncios publicitarios de televisión.



No se puede tener menos gracia a la hora de decir un nombre, pero, al parecer es lo que vende... Por cierto, no puedo evitarlo: siempre acabo acordándome del chiste de Barbra (pronúnciese adecuadamente), jeje...

domingo, 20 de diciembre de 2009

El Carnicero (Claude Chabrol, 1970)

A mi buen amigo Fandestéphane, gracias al cual pude descubrir una gran película de la mano de su amor platónico, la actriz francesa Stéphane Audran ─me atrevería a decir que una pieza clave en su vida...




Escrita y dirigida en 1970 por Claude Chabrol, un cineasta francés al que muchos comparan con Alfred Hitchcock, en "El Carnicero" (Le Boucher, en su título original), su director nos ofrece un interesante thriller que constituye, por encima de todo, un extenso y complejo estudio de comportamientos y caracteres, más cercano por tanto al drama psicológico que al thriller propiamente dicho.




Después de unos sugerentes y originales títulos de crédito iniciales en que vemos una serie de pinturas rupestres con escenas de cacería al son de una inquietante música (algo que nos puede indicar que muy feliz no será el final...), asistimos a una panorámica derecha-izquierda de un pueblo en apariencia tranquilo: la pequeña villa de Trémolat, en Périgord (Francia). Podríamos decir que el tipo de pueblo en el que nunca esperaríamos pudiese ocurrir nada fuera de la norma (me recordó un poco a Twin Peaks en ese sentido).




La historia comienza con la celebración de una boda. Coronando la tarta nupcial dos figuritas, novia y novio, mirando hacia lados opuestos; mal presagio... Entre los asistentes al convite, un carnicero y una joven maestra que aprovecharán la coyuntura para entablar amistad. Sobre el pasado de los protagonistas poco sabemos, tan sólo lo que ellos mismos nos van contando a través de sucesivas citas. El carnicero muestra destreza con el cuchillo...








Popaul (Jean Yanne), el carnicero, parece renegar de sus años en el ejército, manifestando con insistencia gran desprecio hacia esa etapa de su vida. Nunca se llevó bien con el padre y bajo una fachada en apariencia agradable, bromista y distendida deja entrever una personalidad solitaria atormentada por grandes traumas. Su trabajo en la carnicería tampoco le entusiasma demasiado...




Hélène (Stéphane Audran), la joven maestra y directora de la escuela, responde al patrón de una mujer moderna (conducía un "dos caballos" y fumaba en la calle en aquellos años...), liberal e independiente (que no es lo mismo que solitaria, aunque también fuera soltera). El dato más relevante sobre su pasado -y casi el único que se nos revela- es que tiempo atrás sufrió un gran desengaño amoroso fruto del cual muestra, en la actualidad, gran desencanto con las relaciones de pareja y el matrimonio. Su vida se reduce al trato con sus niños (sus alumnos) y poco más... el yoga, tal vez, para liberar tensiones.... «Si no se hace el amor de vez en cuando se vuelve uno loco» ─le dijo Popaul en una ocasión. Quizá ella encuentra en la meditación la forma de canalizar adecuadamente las pasiones reprimidas... «haciéndolo, también se vuelve uno loco, eso no tiene nada que ver» ─replicó ella.








Todo parecía marchar bien, pero la armonía se ve de pronto perturbada cuando en el pueblo comienzan a aparecer, una tras otra, varias mujeres asesinadas a filo de navaja. El asesino parece ser la misma persona a juzgar por el modus operandi. Entre las víctimas, hasta tres se cuentan, la novia de la boda con que arranca la película. La intriga está servida.

Y es justo en el momento en que la amistad entre el carnicero y la maestra parecía consolidarse cuando, un mechero encontrado por ésta en la escena de uno de los crímenes, le hace levantar sospechas sobre su tenaz y cada vez más misterioso pretendiente: Popaul el carnicero... Hasta aquí puedo leer. Si quieren ustedes conocer el resto deben ver la película. Aprovecho la ocasión para recomendarla fervientemente. De lo mejorcito que he visto últimamente desde el sofá de mi casa.





Entre los aspectos a resaltar desde el punto de vista estrictamente cinematográfico destacaría un estilo sobrio y frío que deja al espectador sacar sus propias conclusiones, sin sentimentalismos ni florituras añadidas; una inquietante banda sonora (obra de Pierre Jansen) que, junto a las sempiternas campanadas que resuenan por todo el pueblo, contribuyen a incrementar paulatinamente el desasosiego a medida que avanza el film; unos movimientos de cámara (travellings, zooms, picados...) que nada tienen que envidiar a los del maestro Hitchcock; y el acertado uso de ciertos planos cargados de simbolismo (a destacar, entre otros, la gota de sangre en la rebanada de pan con mantequilla, o el piloto parpadeante del ascensor al final de la película, que no es sino un símil con el latido de un corazón...).






Me encanta también la forma en que el director hilvana ciertas escenas, por ejemplo, a la escena del baile en que Popaul deja ver -de cara al espectador, porque ella estaba de espaldas- su obsesión por Hélène a través de la mirada, le sigue otra escena en la que vemos a la maestra explicar a los niños, de excursión por una gruta, que el hombre de Cromagnon se conducía básicamente por su instinto. La conexión entre ambas secuencias es evidente, y me temo que ya estoy diciendo demasiado aunque, no se preocupen, esta peli va mucho más allá del manido recurso descubran-al-asesino...











Resumiendo, que estamos ante una grandísima película de intriga con tintes de cine negro, cuyo excelso trabajo de dirección actoral consigue atrapar con fuerza a través de la complejidad que encierran sus protagonistas.

Excelente. De ahora en adelante creo que prestaré más atención al cine de Chabrol (y al de Stéphane Audran, por supuesto). Aquí hay talento. Sus imágenes, como las buenas fragancias, son de las que perduran.









Pero cuán importante es la mirada en un actor; puede decir tanto con tan poco...

viernes, 18 de diciembre de 2009

Charleston & Daft Punk

Una de esas cosas raras que circulan por la Red... Tomen nota de los pasos y a ver si así nos vamos preparando todos para el bailoteo navideño, que hay que sorprender en la fiesta. A mí me falta ya muy poco para aprenderlo, tan sólo se me atasca un paso. Sigo con ello... ;-)

¡¡Buen fin de semana a tod@s!!



martes, 15 de diciembre de 2009

Sin prejuicios sobre Manolito

Manolito Gafotas es para mí una de las pocas, poquísimas comedias españolas de los últimos tiempos, que ha conseguido hacerme pasar un rato más que agradable y divertido frente a la pantalla, a través del sencillo humor con que se narran las escenas cotidianas que viven sus personajes. Retrato de una familia humilde de un barrio obrero madrileño, con sus apuros, sus miserias, sus desgracias, pero también con sus pequeñas alegrías, su capacidad para sobrevivir ante tanta adversidad y su particular filosofía de la vida.


Miguel Albaladejo consigue realizar una magistral adaptación de las novelas de Elvira Lindo, gracias a la participación en el guión de la propia autora, y gracias también a unas interpretaciones frescas, naturales y, en definitiva, muy creíbles, que seguro os consiguen arrancar más de una sonrisa y puede que en determinados momentos hasta alguna que otra lágrima... En mi opinión, un producto muy recomendable que, desgraciadamente, fue infravalorado incluso antes de su estreno por pertenecer al género que pertenece y tratarse de una cinta del injustamente ninguneado "cine familiar". Y es que estamos frente a una película muy alejada del prototipo de comedias americanas para adolescentes, de humor grotesco y vulgar, así como de cierto tipo de comedias pretendidamente sofisticadas pero vacías en su interior. Aquí tenemos un humor patrio muy sano, fresco y con ese toque de ingenuidad tan tierno que sólo los niños pueden darle.


Por cierto, existe una secuela dirigida por un tal Juan Potau que no tiene absolutamente nada que ver con esta pequeña maravilla de la que estamos hablando. Desde aquí aprovecho para advertir a todo el mundo. Se me hace duro decirlo, pues seguro Juan Potau puso todo su empeño y buena voluntad en ese film, pero, con el debido respeto hacia todos los en ella involucrados (El Gran Wyoming también andaba por ahí...), le salió una auténtica bazofia que no hay por donde cogerla. Un producto indigno de llevar la etiqueta "Manolito Gafotas" en su título. Quedan avisados. La primera, eso sí, muy recomendable. Yo diría que incluso tiene efecto terapeútico; la deberían proyectar en hospitales, geriátricos, etc. Ayuda a subir el ánimo a cualquiera. Una maravilla. Y sé que muchos se habrán sorprendido con esta entrada...


¡Ea!, saldada pues la deuda que tenía con esta película. Otro día les hablo de El Milagro de P. Tinto, otra gran comedia española de nuestros días, aunque de un tipo de humor muy diferente...

viernes, 11 de diciembre de 2009

Jazz Sessions (XVII)




El scat es una suerte de improvisación jazzística que consiste básicamente en emplear la voz como si fuera un instrumento más. Construido a base de unir sílabas y palabras de forma aleatoria, sin sentido, y dotado de un ritmo frenético, requiere de una grandísima habilidad por parte de quien lo canta. Mis preferidos siempre fueron Ella Fitzgerald y Louis Armstrong. En esta ocasión recuperamos un viejo tema de la primera para el disfrute y deleite de los aquí reunidos: "How High The Moon". A mí me sigue impresionando, no sé a ustedes...




Esto, o se lleva en los genes o no se tiene; no hay forma humana de aprenderlo. Exhausta debió acabar... Por cierto, a una media de 384.000 km sobre nuestras cabezas y alejándose a razón de 4 cm/año, con lo que, a la vuelta de unos cuantos millones de años los eclipses totales de Sol dejarán de serlo... ;-)



No soporto #11

Luis Miguel.


Ni su música, ni su corte de pelo, y mucho menos, su impostada sonrisa Profident. Lo siento, no lo soporto.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

¿Un baile, señorita?

Actuaciones como ésta evidencian y dan aún más fuerza si cabe al merecido sobrenombre con que era conocido nuestro amigo Frank Sinatra.

Gócenla.




Nadie fraseaba las canciones tan bien como Sinatra, y además con un swing y elegancia innatas. Probablemente, el cantante de mejor pronunciación que jamás ha existido. Si uno quiere comenzar a acostumbrar su oído a la lengua de Shakespeare, por aquí debe empezar, por La Voz.

Grandísimo disco éste de Sinatra y Jobim del año '67. Una exquisitez (y seguro que nuestro buen amigo Dana Andrews piensa parecido...).



"Change Partners" (Sinatra & Jobim, 1967)

Must you dance every dance with the same fortunate man?
You have danced with him since the music began.
Won't you change partners and dance with me?
Must you dance quite so close with your lips touching his face?
Can't you see I'm longing to be in his place?
Won't you change partners and dance with me?

Ask him to sit this one out and when you're alone,
I'll ask the waiter to tell him he's wanted on the telephone.
You've been locked in his arms ever since heaven-knows-when.
Won't you change partners and then,
You may never want to change partners again.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Inmortal Mozart


Mozart Sings His Requiem (Thomas W. Shields)

Corría el año 1791. Un Mozart de salud endeble y agotado por las extenuantes jornadas de trabajo que él mismo se imponía, se encuentra trabajando en "La Flauta Mágica" cuando, de repente un día, recibe un misterioso encargo que a la postre se convertiría en su última composición: la famosa e inacabada Misa de Réquiem.

Trabajando siempre hasta agotar sus fuerzas y con el convencimiento, cada vez más firme, de que se hallaba escribiendo su propio Réquiem, Mozart se afana en terminar, en el plazo establecido, tan extraño encargo.

Sobre la identidad del misterioso hombre poco se sabe (o más bien, poco sé yo), ni tan siquiera sabemos a ciencia cierta si lo visitó en más de una ocasión. De lo que no hay duda, pues así fue relatado posteriormente por su esposa Constanze, es que esta figura llegó a convertirse en algo casi sobrenatural para su querido esposo; Mozart acabaría viendo a esta persona como un mensajero enviado del Más Allá con el propósito de anunciarle el final de sus días.

Y así llegamos a la triste noche de su muerte. Era aproximadamente la una menos cinco de la madrugada del lunes 5 de diciembre de 1791 ─en este preciso instante se cumplirían exactamente 218 años─ cuando Mozart, a la edad de 35, decía adiós a este mundo para pasar a formar parte, ipso facto, de ese reducido grupo de genios inmortales que conforman la posteridad.

Sabemos que el Réquiem no fue compuesto en su orden litúrgico. Se cree que el "Lacrimosa", que precede en la obra al "Ofertorio", pudo ser la última música compuesta por él, y es por eso que la rescato para ustedes en esta entrada. Las últimas notas surgidas de la mente de un genio.



Manuscrito de la última página del Réquiem



Señoras, señores, vayan buscando el reclinatorio; obligado postrarse ante esta maravilla. Solemne, histórica, majestuosa... cuasi divina.




Decía Haydn, coetáneo suyo: «La posteridad no volverá a ver un talento así en más de cien años». Pasaron ya casi 220 y seguimos sin verlo...